Durante los años que aparecen contabilizados en los papeles de Bárcenas, caso de que sean verdaderos, no sé si en la sede del PP en Madrid, en la calle Génova, tenían chico de los recados, un botones o un becario -como se dice ahora- al que mandarle a por cafelitos. Si lo hubiera habido (el becario, el botones, el chico de los recados) y si yo fuese él, ahora mismo estaría cagadito de miedo porque si al final pasa algo por esos papeles y por esos sabrosos sobresueldos metidos en sobres lo pagará el más pelao de todos, o sea, el botones/becario, culpable de avisar a don Fulano de que el señor Mengano dice que vaya a su despacho cuando pueda, o culpable de haber comprado los sobres en la tienda de la esquina, o culpable de ser el último mono (y de cobrar propinas en negro, seguro).
Si Bárcenas no tiene los recibís firmados que se presume que tiene, todo quedará en nada. Si los tiene y los usa para pactar con los que pudieran resultar más perjudicados porque son los más poderosos, todo quedará en nada. Si los tiene pero usa como prueba los menos significativos para cubrir el expediente, todo quedará en nada. Si... no sé qué... todo quedará en nada. Y políticamente tampoco tendrá repercusiones graves, como sabemos por tantas experiencias anteriores. O sea, que lo más probable es que todo eso que tumbaría a cualquier gobierno de cualquier país normal, quede en nada. Bueno realmente, en nada, en nada, no, porque algo le caerá al botones.
Mientras Cospedal se lía diciendo lo que sea de lo que sea, el invisible Rajoy va evolucionando y de tartamudo, la segunda ya tal, ha pasado a mudo total y su vicepresidentita sale corriendo con media sonrisa. O media mueca. Lo dicho: que se prepare el botones que el futuro lo tiene jodido.
Mientras Cospedal se lía diciendo lo que sea de lo que sea, el invisible Rajoy va evolucionando y de tartamudo, la segunda ya tal, ha pasado a mudo total y su vicepresidentita sale corriendo con media sonrisa. O media mueca. Lo dicho: que se prepare el botones que el futuro lo tiene jodido.
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