Pan para hoy y hambre para mañana, eso es lo que están consiguiendo en el PP tapando a Rajoy y eso es lo que está consiguiendo el invisible dejándose tapar. Si tuvieran solo un poquito de patriotismo de verdad y no ese patrioterismo barato con el que se llenan la boca, ya se habrían producido las dimisiones que tiene toda la pinta de que jamás se producirán. Puede que hayan librado al mudo e invisible Rajoy de dar explicaciones en el Congreso de los Diputados, pero eso va exactamente en su contra, por mucho celofán con que lo quieran envolver, porque los ciudadanos ya hemos entendido hace tiempo qué ha pasado en ese partido donde trabajó Bárcenas.
Pan para hoy y hambre para mañana es lo que consiguió González en los 90 cuando se empeñó, junto al aparato de su partido y sus Diputados, en tapar la corrupción que ya estaba en boca de todos. Y el hambre que dejó en el PSOE costó ocho años superarla. Las heridas de aquello seguramente aún hoy sangran en buena parte de los militantes y votantes (ex votantes hoy probablemente).
Pan para hoy, pero pan duro, mohoso, incomible por alguien sano, y hambre, mucha hambre, para un mañana que no sabemos cómo podrá ser razonable y decentemente gobernado, si acaso puede. Hay una ancestral tradición en España de mala educación, de chulería indecente, que malentiende el orgullo hasta convertirlo en soberbia; una querencia atávica a saltar sobre quien nos reprocha algo que hemos hecho mal y que sabemos de sobra que hemos hecho mal: ¡qué pasa, gilipollas! Y nos vamos tan orgullosos de nosotros mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario