Sus compañeros del Tribunal Constitucional han avalado la neutralidad de su Presidente, Pérez de los Cobos, militante del PP. De los once magistrados solo dos han votado a favor de la recusación que pedían la Generalitat y el Parlament de Catalunya. Todo un ejercicio de fe, sin duda. El problema, claro, es que con su decisión los magistrados y con su militancia oculta su Presidente han dado un pasito más en el desprestigio de lo que debería ser un impoluto Alto Tribunal, que se suma al desprestigio general de las Instituciones del Estado. Lo entiendan o no; lo crean o no, así no se hace país, sino todo lo contrario (aunque no estoy seguro de que eso les importe).
Pero no es el único caso: la Fiscalía Anticorrupción se opone a que se investiguen las manipulaciones en los ordenadores del tal Bárcenas que pidió el juez y que el PP entregó sin disco duro, uno, y con el disco duro borrado, otro. Para Anticurrpción investigar eso (quién ordenó la manipulación, qué contenían esos discos duros, etc.) no aportaría nada relevante para la causa. No ha aclarado, sin embargo, si eso lo ha sabido mirando una bola de cristal. El ministerio fiscal tiene la delicada tarea de defender la ley, así que seguro que si se opone a que se investiguen esas manipulaciones en un material que ha pedido el juez que instruye el caso es porque eso es mejor para el cumplimiento de la ley. A los ciudadanos, que no tenemos esa importante tarea ni somos expertos, nos parece extraño, pero es porque no sabemos y, confundidos, pensamos que se trata de otra más, de un suma y sigue. Y las Sorayas, mostrando lo que hoy es el parlamento.