Ya sabíamos que los ricos (y los muy ricos más, y los muy muy ricos mucho más) aparentan ser gente de orden, trabajadora y esforzada que contribuyen con su riqueza a la riqueza del país, aunque en muchos casos la realidad les desmiente y deja claro que para esos la patria -concepto rancio donde los haya- está donde esté su cartera (como aquel empresario del tardofranquismo que a risotadas decía a sus amigotes: la patria la llevo aquí -señalándose aparentemente el corazón- y se sacaba el billetero del bolsillo de la americana).
Lo estamos viendo en estos días en Francia donde el desmesurado Depardieu está interpretando el papel de ofendido (de exiliado fiscal, dice él -seguro que a gritos-) renunciando al pasaporte francés, pidiendo el belga y aceptando el ruso que le ha ofrecido el sombrío Putin -otro que tal baila-. Y como él no sé cuántos ricachones galos, tan ejemplares y tan patriotas como el Obélix/Depardieu.
Y lo hemos visto aquí mismo hace nada, cuando el ministro Montoro se inventaba una amnistía fiscal para hacer aflorar fortunas ocultas bajo el colchón o en cuentas cifradas en esa caja fuerte para el dinero turbio del mundo que es Suiza. Esas fortunas que pedía Montoro (y que no han aflorado) seguramente pertenecen a españoles ejemplares, como los que han estado sacando de España dinero fresco para esconderlo vete a saber dónde ayudados por ese entramado chino que ahora se ha descubierto y se está investigando. Por no hablar de esos deportistas o cantantes o lo que sea que representan a España, pero que no tienen residencia fiscal aquí, sino donde menos pagan. O de las SICAV, o de la ingeniería fiscal.
Total, que hay mucho nacionalismo papanatas españolista -catalanista, vasquista o de donde sea-, pero los ricos, los muy ricos y los muy muy ricos bajo su nacionalismo nacional pueden estar escondiendo su verdadero nacionalismo carterista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario