lunes, 15 de abril de 2013

82º ANIVERSARIO DE LA REPÚBLICA

En cualquier sociedad es muy importante el gobierno, la administración de lo común en el día a día; si quienes gobiernan velan por los intereses de unos muchos o de unos pocos, de cuantos más o de sí mismos. Por eso es muy importante para cualquier sociedad el régimen político con que cuente, o lo que es lo mismo, la forma en que se establezca quién y cómo gobierna  (si una dictadura -la fuerza-, si una democracia -la elección-, etc.). Aristóteles (y antes Platón) ya distinguió seis regímenes políticos presentados en pares de opuestos (como formas correctas e incorrectas): monarquía/tiranía; aristocracia/oligarquía; democracia (politeía, Πολιτεία)/demagogia.

La Forma política del Estado inevitablemente es previa a todo lo anterior -el régimen y el gobierno- porque establece no quién y cómo gobierna, sino quién y cómo representa a toda la comunidad (el Estado) sea quien sea quien gobierne. Al menos desde el último cuarto del siglo XVIII son dos las Formas del Estado más comunes: Monarquía y República, aunque en ambos casos se pueden encontrar organizaciones concretas muy diferentes en diferentes Estados.

En nuestra Constitución se establece como Forma del Estado la Monarquía Parlamentaria (Artº 1.3.), una forma moderna de hacer encajar la monarquías en los sistemas democráticos, dejando al Jefe del Estado (el Rey) un papel más simbólico que efectivo: el rey reina, pero no gobierna. Pero no deja de ser paradójico que un sistema democrático se funde sobre una institución que escapa al procedimiento democrático básico -la elección periódica de los ciudadanos- y se rija por algo tan peregrino como la línea dinástica, o sea, la herencia, como si fuera una propiedad.

Cierto que la Constitución se aprobó tras un referéndum y, por ello mismo, la Forma del Estado fue votada por los ciudadanos (toda ella en un mismo paquete: o todo o nada). Tan cierto como que, desde entonces, no se ha vuelto a votar y, por tanto, la Monarquía ha tenido el privilegio de evitar la periodicidad exigible a cualquier sistema democrático. Esperemos que algún día podamos volver a pronunciarnos sobre este anacronismo. 

1931-2013. 82º aniversario de la proclamación de la IIª REPÚBLICA ESPAÑOLA, 
con el deseo de que a no tardar se proclame la IIIª REPÚBLICA.

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