[El artículo es de hace cuatro años, de marzo de 2009, pero casi parece escrito ayer mismo, al hilo de la ofensiva (en los dos sentidos) intervención de la IC a través de Rouco Varela (mientras el invisible Rajoy se reunía con el nuevo Papa de los católicos) en los asuntos del Estado, diciéndole al PP sobre qué (y cómo) debe legislar. Y cómo el piadoso ministro de Justicia y tasas, Ruiz-Gallardón, en La Razón, se apresuró a decirles amén (aunque después Alonso, el portavoz, haya tenido que rebajar el mensaje). Al contenido del artículo hoy añadiría solamente un dato más: las normas morales regulan lo bueno y lo malo, pero no es ese el papel de las normas legales, que no expresan ni lo bueno ni lo malo, sino simplemente, lo legal y lo ilegal, lo permitido y lo prohibido]
Parece que no nos vamos a entender nunca porque unos y otros
entendemos la moralidad y la legalidad de distinta forma. Para unos, sólo puede
ser legal lo que la moral admite como bueno; para otros, lo moral y lo legal
son ámbitos distintos que no siempre coinciden.
La moral –toda moral- es un código normativo que pretende
regular la vida buena. El sistema legal, sin embargo, se limita a decir qué es
lo permitido y qué lo prohibido; qué no puede ser perseguido y qué debe ser
sancionado en una sociedad determinada.
Las normas morales, en sí mismas, carecen de sanción
exterior. El incumplimiento moral, si deviene en sanción, lo hace de forma
íntima, personal, como reproche de la conciencia de cada uno. Las legales, en
cambio, siempre van acompañadas de sanción externa, más o menos grave según el
delito.
Los principios y las normas morales que conforman la
conciencia de cada uno constituyen lo más íntimo de la persona porque nadie,
sino uno mismo, puede mandar sobre ellos. Los principios y las normas legales,
sin embargo, son los que la propia sociedad se da y son para todos,
independientemente de la moral que tenga cada uno.
Las normas morales y las normas legales a veces coinciden y
a veces no. Si una norma legal no coincide con una norma moral, podrá decirse
que esa ley es inmoral, pero no que es ilegal. Si una norma moral no coincide
con una norma legal, lo único que debe hacer la ley es advertir de la
ilegalidad que supondría seguir la regla moral y no la legal.
Hay, de hecho, distintos sistemas morales que pretenden regular
de distinta manera la vida buena. Es posible que, desde un sistema concreto,
unos no reconozcan moralidad en los actos de otros y afirmen que sólo existe
una moral (la suya). Es posible que distintos sistemas morales entren en
contradicción entre sí y uno llame bueno a lo que otro llama malo (o moralmente
indiferente). Por eso mismo, la ley, como contrato entre ciudadanos iguales, no
debe someterse a un sistema moral en concreto, sino actuar independientemente,
siguiendo criterios estrictamente cívicos. Pero parece que no nos vamos a entender, porque hablamos
lenguajes distintos.
* El artículo se publicó en ElPlural.com. Opinión. Vaca Multicolor. 31.03.2009.
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