Nunca antes hemos sabido de tantos escándalos y tanta corrupción a todos los niveles como hasta ahora, como si alguien hubiese dado el pistoletazo de salida para que se hicieran públicos, unos detrás de otros, todos los detritus de todas las alcantarillas de todas nuestras instituciones -públicas y privadas-, de políticos de cualquier nivel, de consejeros de bancos, de magistrados, de sindicalistas, de dirigentes de la patronal... Desde la Corona y sus aledaños hasta Ayuntamientos insignificantes, pasando por Comunidades, Diputaciones, Parlamentos, etc. parece que todo el Estado está infectado del mismo turbio virus.
Que todo eso ocurría antes es evidente porque mucho de lo que nos enteramos ahora ocurrió hace ya años: no es que ahora haya más corrupción (que no lo sé), sino que ahora se hacen públicos, amontonándose unos sobre otros, cientos de casos de corrupción. Y pudiera parecer que tanto desbarajuste, unido al deterioro de las condiciones de vida de los ciudadanos (paro, precariedad, recortes sociales, etc.) inevitablemente están provocando más a las claras el desmoronamiento de nuestro sistema político/Institucional/social.
Creo, sin embargo, que es exactamente al revés. Como cuando se decía que la abuela se había caído y se había roto la cadera, pero realmente había ocurrido lo contrario: se le rompió la cadera y se cayó. Y creo que ese es el diagnóstico correcto de la situación actual: el desmoronamiento no es la consecuencia de lo que estamos viendo y viviendo (y sabiendo), sino su causa. Porque todo el sistema se cae a pedazos desde 2008 unos y otros andan corriendo para tomar posiciones en el nuevo mundo que nos vamos a encontrar de golpe (en los dos sentidos). O sea, que el síntoma claro del desmoronamiento es precisamente ver cómo ahora sale a la luz lo que hasta ahora no hubo problema en mantener hipócritamente oculto.
* Publicado en ElPlural.com. Opinión. Tribuna Libre. 08.04.2013
Creo, sin embargo, que es exactamente al revés. Como cuando se decía que la abuela se había caído y se había roto la cadera, pero realmente había ocurrido lo contrario: se le rompió la cadera y se cayó. Y creo que ese es el diagnóstico correcto de la situación actual: el desmoronamiento no es la consecuencia de lo que estamos viendo y viviendo (y sabiendo), sino su causa. Porque todo el sistema se cae a pedazos desde 2008 unos y otros andan corriendo para tomar posiciones en el nuevo mundo que nos vamos a encontrar de golpe (en los dos sentidos). O sea, que el síntoma claro del desmoronamiento es precisamente ver cómo ahora sale a la luz lo que hasta ahora no hubo problema en mantener hipócritamente oculto.
* Publicado en ElPlural.com. Opinión. Tribuna Libre. 08.04.2013
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