viernes, 12 de abril de 2013

DÓNDE ESTÁ EL MOVIMIENTO OBRERO (I)

Vaya pregunta. Está hoy tan lejos del imaginario colectivo el concepto de obrero que la pregunta parece salida de otros tiempos. Tanto que, sin mucha dificultad, cualquiera puede contestarla: en ningún sitio, no hay, no existe tal cosa, ni siquiera como un concepto zombi. Lo mismo que si nos preguntásemos dónde está hoy la resistencia de los explotados a su explotación, al ataque voraz del capitalismo, a la precarización de las condiciones laborales: en el mismo ningún lugar. Por no estar, ya ni siquiera están en las utopías. El fantasma que recorre Europa desde hace treinta años se llama neoliberalismo.

El pacto socialdemócrata (o pacto social, o socialcristiano, o social liberal) que dio lugar a la paz social y laboral, al crecimiento económico y al Estado del Bienestar lo rompieron Thatcher y Reagan y desde entonces estamos pagando las consecuencias: desregulación del capital, libre circulación de capitales, reducción de la inversión pública y de gasto público, privatizaciones,  precarización laboral, descrédito de los sindicatos, etc. O sea, las consecuencias de las tesis del neoliberalismo que hoy campa a sus anchas.

En 2004, cuatro años antes del inicio de la crisis, Asbjørn Wahl, sindicalista noruego, analizaba bien en un artículo lo que estaba pasando y anticipaba lo que efectivamente después ha pasado. Y lo que ha pasado es que los sindicatos de clase, que contribuyeron a aquel pacto (abandonando el socialismo y aceptando el capitalismo, a cambio de protección social), no han entendido que el neoliberalismo lo ha roto unilateral y conscientemente, e insisten en las mismas politicas de diálogo y acuerdos para alcanzar estabilidad laboral y paz social. Y la consecuencia de ese error ha sido el permanente descrédito social (la burocratizacion cierta de que se les acusa) y su cada vez menos peso político. De otra manera: la batalla que ganaron al firmar aquel pacto social  les ha llevado a perder la guerra (la lucha) de clases.

Desactivada la conciencia de clase, extendida la ilusión de pertenecer a una clase media burguesa -y aburguesada, consumista, individualista, insolidaria-, y eliminados los sistemas ideológicos y económicos alternativos, el neoliberalismo no necesita pactar nada con los sindicatos, les basta con ningunearles y presentarles como vagos improductivos. 

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