
El pacto socialdemócrata (o pacto social, o socialcristiano, o social liberal) que dio lugar a la paz social y laboral, al crecimiento económico y al Estado del Bienestar lo rompieron Thatcher y Reagan y desde entonces estamos pagando las consecuencias: desregulación del capital, libre circulación de capitales, reducción de la inversión pública y de gasto público, privatizaciones, precarización laboral, descrédito de los sindicatos, etc. O sea, las consecuencias de las tesis del neoliberalismo que hoy campa a sus anchas.
En 2004, cuatro años antes del inicio de la crisis, Asbjørn Wahl, sindicalista noruego, analizaba bien en un artículo lo que estaba pasando y anticipaba lo que efectivamente después ha pasado. Y lo que ha pasado es que los sindicatos de clase, que contribuyeron a aquel pacto (abandonando el socialismo y aceptando el capitalismo, a cambio de protección social), no han entendido que el neoliberalismo lo ha roto unilateral y conscientemente, e insisten en las mismas politicas de diálogo y acuerdos para alcanzar estabilidad laboral y paz social. Y la consecuencia de ese error ha sido el permanente descrédito social (la burocratizacion cierta de que se les acusa) y su cada vez menos peso político. De otra manera: la batalla que ganaron al firmar aquel pacto social les ha llevado a perder la guerra (la lucha) de clases.
Desactivada la conciencia de clase, extendida la ilusión de pertenecer a una clase media burguesa -y aburguesada, consumista, individualista, insolidaria-, y eliminados los sistemas ideológicos y económicos alternativos, el neoliberalismo no necesita pactar nada con los sindicatos, les basta con ningunearles y presentarles como vagos improductivos.
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