viernes, 19 de abril de 2013

DE LA GUERRA CIVIL EUROPEA (1914-1945)

Debo agradecer a Antonio Campillo, excelente diseccionador de la crisis de la modernidad y más que perspicaz analista de la historia, que haya recobrado el concepto (la expresión, por mejor decir) de guerra civil europea. Concepto que no es  nuevo, claro, pero que no está nada mal traer a la reflexión de nuestro presente.

Entender el siglo pasado como un proceso de unificación europea permanentemente dinamitado por los nacionalismos, grandes o pequeños, por los intereses nacionales de unos o de otros, y, sobre todo, por las dos guerras mundiales que bien pueden ser entendidas como dos actos de una única guerra (a los que pueden añadirse las guerras más locales -la civil en España, por ejemplo- que salpican el siglo), ni es ningún disparate, ni es una comprensión forzada. Fijar los límites temporales de este proceso en el inicio de la Gran Guerra y el final de la Segunda Guerra Mundial, tampoco lo es.

Pero, desde otra perspectiva, bien podríamos proponer otros limites: entre 1870 (las revoluciones nacionalistas, las unificaciones de Italia y de Alemania, la guerra franco-prusiana, etc.) y 1990/1991 (la reunificación de Alemania tras la caída del muro, el comienzo de las nuevas guerras balcánicas y el fin del pacto de Varsovia -y de los regímenes comunistas del Este-).

La Unión Europea es una realidad institucional, sin duda, pero en realidad no hay tal unión: todos y cada uno de los Estados Nación siguen defendiendo sin disimulo sus intereses locales y, en ese contexto, Alemania está, otra vez, imponiendo los suyos y anteponiéndolos a los de todos los demás. Es como si todos se empeñaran en desconocer la historia, como si nunca antes hubiera pasado nada. Veremos en qué acaba todo esto, si acaso acaba.

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