miércoles, 10 de abril de 2013

DIALÉCTICA DE LA CRISIS

Decía Heráclito de Éfeso (Ἡράκλειτος) allá por el siglo -VI que el orden y la estabilidad del mundo estaban en la continua transformación de las cosas, en el continuo cambio: todo fluye, fue la síntesis que la tradición hizo de su pensamiento (aunque no lo escribiera él así). Todo cambia, nada permanece para siempre siendo como y lo que es. Y esa misma tradición llamó dialéctica a este punto de vista: la relación de oposición que se da entre lo que es y todo lo demás (entre la tesis y la antítesis, técnicamente hablando). Hegel (con otra terminología) y después Marx, entre otros, utilizaron la dialéctica como método histórico (el materialismo dialéctico, el materialismo histórico marxiano).

La caída del muro de Berlín (y todas sus consecuencias posteriores) no supuso, como se interpretó, el triunfo definitivo del capitalismo y el fin de la historia que vaticinó Fukuyama: por fin la humanidad ha alcanzado el sistema perfecto que perdurará por siempre; el devenir histórico ha terminado. O sea, el pensamiento único, como lo llamó Ramonet, bien expresado en la frase de la recién fallecida Thatcher: there is no alternative (no hay alternativa) que permanentemente están usando en esta crisis los gobernantes europeos, incluido el invisible Rajoy. Lo cierto es que ese triunfo desenfrenó el sistema hasta hacerse neoliberal (neocapitalistalibertariano) pidiendo (y prácticamente consiguiendo) la total desregulación del mercado: libre circulación de capitales, mercado continuo, ingeniería financiera, deslocalización, etc. dispuesto a comerse el mundo, a hacer del sistema el único posible en todo el globe (eso es la globalización), ya sin enemigos.

Claro que, dialécticamente, eso ha tenido precios: nuevos enemigos (el eje del mal, el fundamentalismo islámico, etc. -en  palabras del occidente triunfante-) en un nuevo mapa geopolítico (Eurasia/Oriente Medio), y nuevos competidores (los BRICS -Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica-) en un nuevo mapa geoeconómico (Asia/Pacífico).

Valga lo anterior para explicar en parte qué quiero decir cuando hablo de esta crisis financiera, económica, política, etc. como la posible caída del sistema capitalista devorándose a sí mismo de tan voraz que se ha vuelto.

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