domingo, 21 de abril de 2013

PENSAMIENTO CRÍTICO

Fomentar eso que genéricamente se llama pensamiento crítico es, al menos desde el siglo XVIII, objetivo prioritario de los sistemas de enseñanza que quieran ir más allá de la pura transmisión mecánica de conocimientos y que los estudiantes no simplemente aprendan por acumulación, sino que, además, comprendan y den sentido a lo que aprenden. Que los estudiantes formen (vayan formando) su propio criterio es la tarea más noble de la educación.

Frecuentemente se confunde el pensamiento crítico con la opinión personal, con la ocurrencia, con lo que a cada quien se le pueda ocurrir en algún momento sobre algo. Y no es exactamente así, claro. Pensamiento crítico es prácticamente lo mismo que criterio y el criterio siempre está vinculado al discernimiento, al juicio fundamentado. De otra forma: la opinión -y eso lo vio bien ya Platón- no tiene más fundamento que la mera creencia personal ante algo discutible, mientras que el criterio está anclado en algún sistema categorial y, por eso mismo, fundamenta y distingue.

La LOMCE del tertuliano/ministro Wert, que impondrá a todos gracias a la mayoría soberbia del PP, no busca formar a los estudiantes en el pensamiento crítico, sino en el espíritu competitivo y emprendedor, y en la obediencia; no busca educar personas competentes, sino trabajadores sumisos y líderes competidores. Este tono neoliberal se trasluce en todo el texto legal, unas veces explícitamente dicho, otras, más sutilmente insinuado.

Pero además del neoliberalismo patente, está en la ley el otro agarre ideológico del PP, su conservadurismo, su clericalismo militante (lo que se ha llamado bien neoliberalismo misionero): la LOMCE suprime todas las materias y contenidos de Ciudadanía y convierte la ética, como en los años ochenta, en alternativa a la religión, como si los creyentes de alguna fe no necesitaran de formación moral, como si los creyentes no fueran ciudadanos.

Para rematar el disparate, prácticamente eliminan la Historia de la Filosofía, o sea, la historia de una parte fundamental de ese pensamiento con criterio que decíamos. Es cierto que el pensamiento crítico no es monopolio de la filosofía, pero sí es su patrimonio porque ninguna otra materia lo tiene como específicamente encomendado. Así que desde que entre en vigor la ley los españolitos no sabrán quiénes fueron ni qué pensaron Aristóteles, Tomás de Aquino o Kant. Y si oyen hablar de Wittgenstein, creerán que se trata de Corinna.

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