
Evidentemente tal acto es un acontecimiento diplomático internacional, en tanto que toma de posesión de un Jefe de Estado que, además, es el Jefe Espiritual del 16/18% de los creyentes de todo el mundo. Que a ese acto deba acudir una representación oficial del Estado español es necesario diplomáticamente y como el Jefe del Estado español -el Rey, el ciudadano Juan Carlos de Borbón- está de baja laboral por la reciente operación de hernia discal -paraoficialmente de baja, se entiende- perece evidente que la delegación española la presidan el heredero -el Príncipe de Asturias, el ciudadano Felipe de Borbón- y el presidente del Gobierno, el ciudadano Mariano Rajoy.
Pero a la cosa se han sumado alegremente -además de las esposas de los susodichos- tres ministros del gobierno -y no sé si sus respectivas-: el de Exteriores, el ciudadano García-Margallo; el de Interior (?), el muy piadoso ciudadano Fernández Díaz; y el de Justicia (de Justicia y Tasas, ya saben), el no menos piadoso Ruiz-Gallardón. Que se apunte el de Exteriores, el ministro García, vale: es un asunto exterior. Pero los otros van a cuento de qué, ¿de creyentes? ¿de ministros? ¿de peregrinos? ¿de Ruiz y Fernández?
Este Papa Franciscus ha dicho que la gente no viaje a Roma para la cosa, que mejor den ese dinero a los pobres, pero, aunque es argentino, parece que nunca ha oído que hay gente más papista que el Papa. Y no sabe que los viajes a éstos se los pagan los Presupuestos Generales del Estado, faltaría más. O como dicen los manchegos: paga padre.
(Mañana veremos las fotos de la cosa y seguro que veremos más caritas conocidas, con peineta y tó).
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