Desde que estalló la crisis los defensores del
neoliberalismo han venido proponiendo medidas para salir de ella siempre en la
misma dirección: que la paguemos los trabajadores.
Primero hablaron de poner
entre paréntesis el sistema capitalista y que el Estado inyectara capital a
las entidades financieras para evitar su colapso. Conseguido esto, hablaron de reformas estructurales en la economía
española para ser más competitiva; después, de flexibilizar el mercado laboral; más allá, de abaratar el despido y
reducir la aportación de las empresas a la Seguridad Social; hace poco, de
eliminar la negociación sindical colectiva; y ahora, por fin, de abaratar el
trabajo: trabajar más y ganar menos.
Entre tanto, para reducir el déficit el Gobierno bajó el
sueldo a los funcionarios (y las Administraciones Autonómicas en sus
competencias hicieron otro tanto), congeló las pensiones (excepto las más
bajas), puso en marcha una reforma laboral que, funcione o no –que ya veremos-
objetivamente empeora las condiciones laborales anteriores, y anunció que se
retrasará progresivamente la edad de jubilación hasta los 67 años. Y entre
tanto, los sindicatos de clase convocaron una huelga general que tuvo un éxito
menor.
Poco a poco ha ido calando en el imaginario de todos que hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades y que eso se acabó, que ahora nos toca pagar las
consecuencias de ello: ser austeros y apretarse el cinturón, hacer recortes y
ser disciplinados ante las condiciones que marcan los mercados financieros
(esos que nos metieron en esta crisis, esos que pidieron y consiguieron ayudas a
los Estados para salvarse).
En el informe que publicó el Sindicato de Técnicos del
Ministerios de Hacienda, en agosto de 2009, se describía que el 63% de quienes
obtienen algún ingreso (asalariados, autónomos, pensionistas y desempleados)
tenía unos ingresos mensuales brutos inferiores a 1.100 €; que su retribución
bruta anual era inferior a 13.400€; que el sueldo bruto anual medio en España
era de 18.087€. Con la situación actual de desempleo y los recortes
sobrevenidos desde entonces supongo que los datos hoy serán aún más escandalosos.
Menos mal que el neoliberalismo nos salvará de nosotros
mismos y hará que seamos más competitivos, contribuyamos al saneamiento de la
economía mundial, trabajemos más y ganemos menos para que no se nos ocurra
vivir por encima de nuestras posibilidades.
José María Zufiaur escribía no hace mucho en Temas (Por un
nuevo internacionalismo sindical. Temas, 189-190, p.40) que hoy China puede comprar maquinaria y
tecnología a Alemania y crear productos con una productividad de 2010 mientras
paga salarios equivalentes a los de 1900 en los países industrializados. Tomen buena nota y vayan preparándose porque, si esto sigue
así, ese modelo Chino puede ser el futuro que nos espera.
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