
Puede que así sea, por supuesto, pero no lo tengo tan claro (aunque ni soy economista, ni soy neoliberal). Y no lo veo porque al menos por un tiempo el gobierno no estará en condiciones de seguir haciendo daño a los ciudadanos con subidas masivas de impuestos, con bajadas de sueldos o con recortes sociales. No porque no quisiera, ni porque se vaya a encontrar con una oposición seria del PSOE que se lo impida -que a la vista está que no-, sino porque no está en condiciones, insisto: si no son absolutamente imbéciles -y seguro que no lo son- a estas alturas deben tener plena conciencia de que el aguante de la gente está al límite al ver cómo mientras se nos recorta todo (derechos, sueldos, prestaciones) a los ciudadanos mondos y lirondos, otros roban o han robado todo lo que han querido, o reciben dietas hipermillonarias por hacer nada, o simplemente son corruptos sobornados o sobornadores; de que mientras los ciudadanos pagan más allá de lo que pueden, esos otros ya maniobran para que sus fechorías queden impunes. Y esas son sensaciones generalizadas (sean ciertas o no, que para el caso es irrelevante).
Claro que el gobierno fundamentalista del invisible Rajoy seguirá tomando medidas en la misma dirección neoliberal y neoconservadora, pero lo hará con más cuidado, de puntillas, midiendo a quiénes y a cuántos para no sobresaltar. Lo hemos visto hoy mismo tras el consejo de ministros: la vicepresidentita y la piadosa Báñez, sobrevolando, han explicado recortes -para los parados mayores de 55 años que acaben las prestaciones- y endurecimientos -para quienes quieran jubilarse anticipadamente, que deberán tener cotizados 35 años-. Medidas, como se ve, que afectan mucho, pero a pocos, o que afectan a quienes pueden ser presentados como privilegiados -o como vagos-. Creo que ese será el tono del gobierno durante al menos el tiempo en que estén bajo sospecha e investigados el Partido Popular que lo sostiene (por mucha mayoría soberbia que tenga en las Cámaras) y el Presidente que lo preside.
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