viernes, 1 de marzo de 2013

PROMESA DE BIENESTAR vs PROMESA DE EMANCIPACIÓN *

Desde mediados del siglo pasado y, especialmente, desde la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989 (y la posterior debacle del comunismo de la Unión Soviética y sus aliados europeos –eso que se llamó “socialismo real”-) los partidos socialistas europeos (el socialismo no comunista y democrático) poco a poco han ido abandonando su promesa de emancipación de las clases trabajadoras, al tiempo que el liberalismo económico se ha presentado como la única vía posible y eficaz que ofrecía la promesa de bienestar y desarrollo para todos.

En Alemania, en Francia, en Italia, en España, etc. los partidos socialistas fueron pragmáticamente aceptando la realidad de los hechos y renunciando a una parte sustancial de lo que habían sido sus propias señas: el marxismo como método de análisis de las relaciones económicas, la lucha de clases, el internacionalismo, el hermanamiento sindical, el rechazo de la política de bloques y la guerra fría (y sus organizaciones militares correspondientes), etc. La lucha contra la explotación de los hombres y a favor de la emancipación, quedaban en segundo plano, seducidos por el bienestar.

Así, el liberalismo más descarnado (o el neoliberalismo), como promotor del desarrollo de un mercado que desea la total desregulación y el Estado mínimo, y la socialdemocracia, como administradora de los derechos sociales que pretenden nivelar las desigualdades a través de la intervención del Estado, han venido siendo las dos patas del capitalismo de todos estos años.

La grave crisis económica y financiera mundial actual está poniendo en entredicho tanto el desarrollo de la riqueza como la cobertura social de los menos favorecidos, y vemos cómo, a la vez, mientras se piden ayudas estatales para bancos e industrias, se proponen recortes sociales y abaratamiento de costes producción (sea despido libre, sea congelación de salarios, sean paros temporales, etc.): inyecciones para el capital y los medios de producción y bisturí para las clases trabajadoras.

La promesa liberal de bienestar, pues, se subordina ahora a la recuperación económica y la recuperación a los recortes sociales: hambre para hoy a cambio de pan para mañana. Y los partidos socialistas (ya socialdemócratas), mientras, ponen el acento de la emancipación en la cobertura social (subsidios de paro, ayudas, moratorias, etc.) y la expansión de derechos ciudadanos a través del endeudamiento. O sea, que parece que ni unos ni otros tienen la menor intención de pensar y hacer un sistema distinto al actual, más allá de las reformas puntuales y “convenientes” para salir de la crisis.

Es cierto que seguramente nunca Occidente ha vivido con tanta riqueza como hasta ahora. Tan cierto como que esa riqueza se ha sostenido (y se sostiene) sobre la pobreza de otros, dentro y fuera del sistema. Tan cierto como que Occidente goza de su opulencia mirando hacia otro lado para no ver la miseria a su alrededor.

Puede que haya llegado el momento de que los partidos socialistas europeos recuperen de su propia tradición la noble aspiración de acabar con toda explotación y renueven su promesa de emancipación. Puede que haya llegado el momento de hacer ver que el capitalismo no es la única fórmula posible y desandar el camino del pragmatismo. A fin de cuentas, la vida es breve, pero la historia es larga.

* El artículo es de hace casi cuatro años, de finales de marzo de 2009. y se  publicó en ElPlural.com. el 23.03.2009. Tanto el análisis, como el diagnóstico y la propuesta me siguen pareciendo perfectamente actuales.

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